Reseña : Miguel Rubio, Tierra en la garganta
Título: Tierra en la garganta
Autor: Miguel Rubio
Editorial: Ediciones Carena
ISBN: 9788416418978
Nº de páginas: 183 págs.
Sinopsis:
Tomás acaba de matar a un hombre. Los recuerdos estallan en su cabeza con ecos de trenes reventados y golpes en la lona. Perdido en un lugar donde no debería estar, pronto se verá en medio de un fuego cruzado. Mientras Jenny, atrapada en su propia tela de araña, podría ofrecerle una última oportunidad, el sueño de escapar juntos hacia playas de un sur imposible, recorriendo carreteras vacías y baladas que susurran promesas de un amor inalcanzable.
Continuando el relato de “Pago de favores” (La ciudad rota, Carena, 2014), Miguel Rubio, una vez más, nos regala una trepidante historia tejida con tensa precisión. Personajes tan reales que asustan, descripciones certeras como disparos y frases como latigazos eléctricos en un muy personal y fascinante homenaje al género negro.
Que el lector respire hondo, porque tal vez no vuelva a hacerlo hasta cerrar este libro.
Booktrailer:
Cuando adquirí Tierra en la garganta de Miguel Rubio imaginaba el tipo producto "best seller" de una novela negra con un detective protagonista con bastante carisma y con una vida normalmente compleja al que una serie de crímenes y sucesos que le llevarían a descubrir algún tipo de modus operandi del némesis de turno, individuo al cual, por supuesto, logrará atrapar. Pero esta novela presenta una propuesta totalmente diferente que merece ser tenida en consideración, y por ello, traigo esta reseña.
Me quedé con la mirada clavada en la puerta. No podía pensar. Martín, ese niño, me había preguntado si yo era de los malos. Para mí el mundo no se dividía entre buenos y malos, sino entre gente a la que le acompañaba la suerte y gente a la que no. Y tenía una certeza: yo siempre fui uno de esos tipos al que las cosas solo pueden irle mal. (pág. 95)
La trama principal de esta novela es bastante original. El autor nos sumerge en una historia compleja y con muchos frentes abiertos en el que es complicado no sorprenderse. El interés de esta historia no reside en resolver crímenes, sino en protagonizarlos y mostrar la parte más dura y realista de temas como la trata de blancas, la corrupción o la vida del criminal. Asimismo también presenta una reflexión acerca de la (im)posibilidad del criminal para cambiar su vida o la importancia de una decisión en función de sus consecuencias en el futuro. Hay una subtrama sentimental pero muy lejos de ser amorosa. La relación con Jenny se basa en la necesidad de satisfacer deseos carnales y en recuperar una sensación de humanidad perdida. A mi juicio, el último alarido desesperado de alguien que no tiene razones para vivir.
- Ahora soy Jenny - dijo sin más.
- ¿Y antes?
- ¿Antes?-repitió.
- Sí, ¿que eras antes? (...)
- No quiero recordar nada de antes. Eso ya no existe.
La miré en silencio y añadió:
- No podría seguir adelante si estuviese todo el tiempo recordando. No me gustan los recuerdos, te envenenan por dentro. Eso es algo que he aprendido bien. (pág. 20)
Tomás es el personaje principal y un ejemplo de que un lector puede empatizar con un "criminal". Su complicación reside en que no hay una maldad natural en él, ni siquiera hay una lucha consciente regida por unos valores. Lo que mueve a Tomás son los continuos errores y malas decisiones que ha tomado en su vida. Actúa porque no le queda otro remedio, se ha relacionado con la gente equivocada y no puede salir de ese mundo. De hecho, aunque lo consiguiese, es complicado que sea feliz. Los otros personajes no son muy llamativos ni originales, pero si que están bien caracterizados y tienen una profundidad psicológica muy desarrollada.
Supongo que los tipos como yo jamás vamos demasiado lejos, por muchas vueltas que hayamos dado por ahí. Somos igual que un jodido bumerán. Si echo la vista atrás, creo que desde muy joven estuve rodeado de violencia; en mi barrio ese era el idioma que aprendíamos a manejar y más te valía aprenderlo bien. Cuestión de supervivencia. Bueno, imagino que algunos sí lograron alejarse de todo aquello, pero yo no fui uno de ellos. No tuve suerte, no supe hacerlo o ambas cosas a la vez. (pág. 13)
Me ha sorprendido la narrativa de Miguel Rubio. No conocía ninguna novela suya y creo que se está dotando al género negro de un matiz que muchas veces se olvida: el realismo. Por supuesto no me refiero a la verosimilitud de la historia, sino en el registro coloquial que podemos ver en los diálogos, el humor negro e incluso las miles de referencias a elementos de la cultura de masas. Esa atmósfera realista se concreta en unos diálogos verosímiles y eficaces, una ausencia de retórica barata y una transmisión directa y sin tapujos de todo hecho. En esta novela no se adereza ningún suceso. La crueldad y la violencia se representan tal y como son.
Para concluir, debo señalar que esta historia me ha sorprendido bastante. Miguel Rubio presenta una propuesta diferente y muy efectiva, pues consigue mantener la atención total del lector que no consigue soltar su historia al mismo tiempo que, a lo largo de las páginas, reflexiona sobre su propia concepción del bien o el mal.