Verónica Durán : "Los ritmos de Páh persiguen los ciclos del agua"
Verónica Durán (1983) es ilustradora y cualquier cosa que se pueda proponer. Su personalidad autodidacta le ha llevado a escribir su primer poemario, que ha autopublicado bajo el título Páh (Blanca Foresta). De su proceso creativo y de sus composiciones nos habla en esta breve pero intensa entrevista que ha tenido la amabilidad de concedernos.
Fotografías: Verónica Durán
1. ¿Qué es para usted la poesía?
Riesgo y Naturaleza. Movimiento. Titubeo. Oído que aguza el límite. Silencio expectante, para palpar y detenerse. El misterio que me abubilla. Una abubilla cuando clarea. Un lenguaje para cuidar y abrirse a otros lenguajes. Instinto. Irreverencia. Aquel ofidio que se escabulle. Caminar mientras repites enunciados mentalmente. Sinergias de lo sensible en un espacio a transgredir. El reclamo que insiste y a veces, obsequia. Pero no asegura. No asegura el nacimiento de algo vivo.
2. ¿Cómo surge Páh?
Como eufonía balbuciente para decir origen. Y en un esfuerzo por vivificar la memoria de mi padre. El duro oficio que curtió su infancia y dio balance a su vejez. Es asimismo un intento de cristalizar juntos nuevas experiencias, como leer en alto para él o que a sus ochenta y tres años me acompañe a un recital —todavía no ha aceptado (sonrisa)—.
Blanca Foresta, encripta la ancianidad y alude a las reminiscencias en tierra de nuestra ascendencia marina. Pero también a ese matiz que alerta sobre la proximidad de la muerte —“no entres dócil en esa buena noche” (D. Thomas)—, hallándolo así, y, por citar algunos ejemplos: en el cariz de las olas que ante la furia del viento se encienden de espuma. O en la tonalidad de algunos hongos parásitos como el yesquero al envés, que presagian la decrepitud del árbol.
3. ¿Qué cree que puede aportar Páh a la poesía actual?
Si aporta o no, ya es faena de los lectores y sus reseñas. (Guiño)
4. Podemos ver en las distintas citas que hay en el poemario una gran diversidad de artistas que influyen en el desarrollo de sus composiciones…
Los epígrafes vibran como agentes bautismales que detonan y conversan con los poemas. Traslucen además cierta intención narrativa. Como en la primera versión el uso de los mismos era exagerado, decidí tamizar remanencias seleccionando sólo aquellos que resumen: Inaugura el texto Antón Avilés de Taramancos —cuyo padre fue también pescador—, a quien debo los ritos iniciáticos a través de “O tempo no espello”. Paloma Corrales rige el segundo tiempo.
La música abre otro canal. Mis primeros esbozos fueron composiciones escritas a golpe de guitarra. De ahí su presencia con las voces de Zoe Zanias, Viktoria Lukas y Martin L. Gore. El sépalo de mujeres a quienes agradezco el libro, lo conforma un grupo heterogéneo de poetas a las que sigo tanto en blogs como en redes. De ellas aprendo. Sus obras bregan con el lenguaje hasta lo rendido. Signan en mí surcos de asombro.
Algunas, como Susan Urich o Paloma Corrales, incluso me han ofrecido consejo. De igual forma, Viktor Gómez veló en mis lecturas y relecturas, en mis temblores y renuncias, respetando al máximo la decisión de acurrucarme y esperar antes de firmar verdores con una editorial.
5. “Sólo te reconoces cuando te asomas inexplicable a la voluntad de tu elemento”. Para usted, ¿cuál sería el elemento?
El agua de los océanos donde sin duda comienza la foresta (desde los sotobosques de Maërl —que entre otras bendiciones, regulan el ph de las aguas—, hasta los bosques de laminarias, pasando por las padreras marinas) y de cuya salud depende la supervivencia del planeta.
6. En el poemario se pueden advertir distintos cambios de registro así como diversos metros. Fue complicado otorgar estructura y unidad a poemas tan diversos?
Lo fue. Lo fue hasta que abandoné, y, distraída —estado en el que mágicamente suceden los encuentros— advertí que las convergencias podrían sugerirse a través del paisaje circundante. Los ritmos de Páh persiguen por tanto, los ciclos del agua: Nos formamos en un medio acuático. Flotamos como caballitos en los silencios abisales del líquido amniótico. Luego somos arrojados al mundo y el ruido de nuestra materia se adensa. Pesamos sobre el cuerpo del río. Caminamos por el barro y al envejecer, escoramos hacia el lento curso del despojo. Las partes e intensidades del texto vacilan y se estructuran sobre este devenir.
7. Podemos observar también elementos de la literatura más clásica, principalmente renacentista como el uso del locus amoenus o el motivo de la fontana. ¿Es usted lectora de poesía clásica? ¿Tiene algún libro de referencia?
Con respecto al primer enunciado, no comparto esa interpretación. Es decir, aunque es cierto que las imágenes se describen desde el gozo pues soy consciente y agradezco el privilegio de mi entorno, la intención no responde a ese tópico de naturaleza idílica. Esas “alabanzas” son en verdad un pellizco para entender que en la Naturaleza, el esplendor también encierra peligros y la alegría se revela en los opuestos. Que la calma exige sacrificio. Que no todo el mar dice violencia. O que ese río apacible calla humores en su lecho, corrientes traicioneras incluso cerca de la orilla. Que la tierra no es certeza. Y los arenales no yacen para júbilo turístico: que disfrutar comporta no profanar ciertos hogares. Y callar lo que descubres puede entrañar motivos éticos. Que el hedor de los argazos atrae al zarapito, al cangrejo, a la pulguita… y no debiéramos tratar su manto como basura. Que hay vuelos marinos más allá de las gaviotas: como el águila pescadora (entre muchísimas otras). Y asíasí en un largo sendero de estrellitas suspensivas.
En cuanto al uso de motivos clásicos, señalar que también cobijo mitos gallegos. Me llegan desde la oralidad, gracias a maestros y amigos apasionados por el tema. Evitan redundancias y sugieren la omnipresencia del mar. Una acústica de aguas.
8. Durante la lectura vemos también su gusto por las formas y la belleza del desnudo…
Es algo inconsciente. De criatura otoñal, supongo. (Guiño)
9. ¿Qué supuso para usted crear este primer poemario?
Un biombo de espejos como sobrehaz de un largo pasillo. Cada reflejo exhibía lo vergonzoso: la impaciencia, los tachones, los monstruos del ego confundiendo. Fue duro reconocerse. Oírse. Batallar entre bloqueos y furores. Aprender la importancia del tempo y no acelerar ciertos procesos. Hermoso en cuanto a descubrir tiempos y fieras interiores. O indagar en las edades de mi padre. Autoeditar supuso asimismo un desafío tremebundo de concentración y capacidad de síntesis para alguien que como yo, se despista, se despista y se despista. Economizar recursos, hallar contrapunto entre el contenido y la estética de edición, no es tarea fácil. Sobre todo si interesa que la finura de la última no eclipse lo primero. ¿Me habré acercado?
10. Para terminar. ¿Tiene algún proyecto literario en mente para un futuro próximo?
Trabajo reposada, espaciadamente en Corazonar, mi segundo poemario. Allí guardo apariciones. Semillitas de lo cotidiano.