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Marc Bernabé: "El manga es un fenómeno único en el mundo"


Marc Bernabé es traductor de japonés, intérprete y divulgador de la lengua y la cultura moderna japonesas. Desde el año 2000, ha traducido cientos de volúmenes de manga y episodios de animación, entre ellos obras de autores como Osamu Tezuka, Akira Toriyama o Tsugumi Ohba/Takeshi Obata.

Tras 5 años de residencia en Japón es especialista en didáctica de la lengua y cultura japonesas para hispanohablantes. Es autor de la serie Japonés en viñetas (Norma, 4 libros, 2001-2006), Apuntes de Japón (Glénat, 2002); y coautor de las series Kanji en viñetas (Norma, 3 libros, 2006-2009), Kanji para recordar (Herder, 3 libros, 2001-2004), Hanzi para recordar (Herder, 2 libros, 2009) y la guía de viajes Rumbo a Japón (Laertes, 2005). Sus libros se han publicado en varios idiomas.

Desde 2007 desarrolla también labores como activo divulgador de la cultura japonesa mediante su blog www.mangaland.es, como conferenciante en varios países y como asesor cultural para organismos oficiales.

 

- ¿Cuál fue su primer contacto con la cultura japonesa?

Seguramente fue a través de algún programa de animación, tal vez Mazinger Z (yo era muy pequeño pero me acuerdo de jugar al “puños fuera”) y, más tarde, Marco y Heidi. No fue hasta finales de los 80, principios de los 90, cuando realmente desembarcó la animación japonesa aquí y me vi muy metido en ella. No es algo exclusivo de mí, sino que es generacional: pertenezco a una generación que se crió con Goku, Oliver y Benji, Seiya, Musculman, Arale... Son personajes a los que la gente de mi edad, sobre todo en Catalunya, donde se emitió mucho anime gracias a TV3, tenemos mucho cariño. En mi caso, aparte de disfrutar de estas series, hubo algo que me llamó poderosamente la atención: los caracteres japoneses que se veían por doquier en estas series, por ejemplo en la típica pantalla en la que se muestra el título del episodio en concreto. Esos caracteres tan extraños, casi “jeroglíficos”, me fascinaban hasta el punto de pensar que “ojalá algún día pueda aprender este idioma”. Años más tarde, la vida me llevó a estudiar Traducción e Interpretación y uno de los idiomas que podía optar a estudiar allí era el japonés, así que me puse a ello. Resulta que había encontrado mi vocación en la vida y conseguí encauzar mi camino hacia ella, por lo cual me siento profundamente afortunado.

- ¿Por qué decide estudiar japonés? ¿Cómo fue el proceso de aprendizaje?

Más o menos te he contestado en la anterior pregunta: fue el resultado de una atracción que tenía desde muy pequeño. Recuerdo que cuando veía algo de Japón en algún libro, enciclopedia o por televisión siempre me llamaba mucho la atención. Medio en broma, siempre digo que tal vez en alguna vida anterior fui japonés. Obviamente no sé si es cierto o no, pero sí sé que Japón siempre me ha atraído mucho y, entre esto y el hecho de que me pilló el boom de la animación y, poco después, la primera oleada de edición de manga en España (entre 1992 y 1998, aproximadamente), decidí encaminarme en esa dirección. Mi carrera no iba enfocada a estudiar Traducción e Interpretación; es un poco largo de explicar, pero terminé estudiando dicha carrera un poco por carambola. Fue una carambola afortunadísima porque, como digo, resulta que ahí estaba mi vocación, lo que me hace feliz y lo que me lo ha dado todo en mi vida como adulto. Esa vocación es Japón y su lengua y cultura.

El proceso de aprendizaje del japonés es, no voy a mentir, duro y complicado, con muchos reveses. Es sin duda uno de los idiomas más complicados de aprender para los occidentales y requiere de muchas horas de estudio. Sin embargo, como a mí me fascinaba el idioma, en realidad no me supuso un esfuerzo como tal (que también) sino más bien un reto, una especie de juego en el que ir pasando pantallas hasta conseguir pasártelo. A día de hoy no me he “pasado” el japonés, porque cada día aprendo cosas nuevas (pero eso también es cierto del catalán y del castellano, es imposible dominar al 100% un idioma, ni siquiera el tuyo propio), pero me desenvuelvo perfectamente con él y no tengo ningún problema a la hora de comunicarme ni, obviamente, de leerlo, entenderlo y traducirlo. Como digo, es un camino largo y arduo, que puede contener muchos reveses. Hay momentos en los que puedes pensar que no estás avanzando nada, que estás perdiendo el tiempo, puedes llegar incluso a desesperarte y sentirte tentado a arrojar la toalla. En mi caso, como digo, al tomármelo como un reto y algo que me estimulaba y me llenaba de motivación, fue un camino duro pero en absoluto traumático, al contrario.

- Usted también es autor de una serie de manuales y materiales didácticos para aprender japonés a través del manga y del libro Kanji para recordar (en coautoría). Desde esta dilatada experiencia, ¿cuál piensa que es el aspecto más costoso del japonés para los hispanohablantes?

Sin duda, se trata del sistema de escritura. Estamos hablando de un idioma muy complicado en este aspecto, con muchos caracteres dotados de significado pero no de valor fonético, llamados “kanji”. Dependiendo de su posición en la frase y el contexto, estos caracteres, de origen chino, se pueden “leer” generalmente de dos formas distintas (a veces más), y eso es algo que tienes que aprender a base de pura memoria bruta. Asimismo, la propia escritura de estos caracteres resulta muy complicada de memorizar. Estamos hablando de más de 2000 caracteres de este tipo que son los “obligatorios” para todo japonés que se gradúa de bachillerato (unos 18 años), pero se dice que el japonés medio adulto conoce y domina unos 3000. Este sistema de escritura es sin duda lo que más cuesta a los estudiantes occidentales del idioma japonés.

Manuales de Kanji para recordar (Herder, 2001-04).

(Fotografía: web de la Biblioteca de la fundación Japón en Madrid)

- Su estancia en Japón (en varios periodos) le ha permitido familiarizarse con el mercado literario japonés. ¿Los títulos más exitosos en el país nipón tienen exactamente la misma repercusión en Europa?

No, en absoluto. Si hablamos de literatura refiriéndonos a novela, nos encontramos con un mercado, en Japón, muy amplio, con muchísimos escritores autóctonos que publican incontables historias que cosechan mucho éxito. Aparte, tenemos las obvias traducciones de obras de autores extranjeros, sobre todo estadounidenses. Pero tengo la sensación de que los japoneses leen bastante más a autores autóctonos que traducciones. De Japón han salido muchos escritores que luego han tenido repercusión fuera. Desde los clásicos como Natsume Sōseki, Jun’ichirō Tanizaki y demás, a grandes nombres de los años 60 o 70 como Yukio Mishima, Yasunari Kawabata o Kenzaburō Ōe, y finalmente a autores de éxito relativamente reciente como Haruki Murakami o Banana Yoshimoto, tenemos una representación amplísima de escritores publicados en Occidente. Un ecosistema que se sostiene gracias a que hay una producción ingente de novela en Japón realizada por escritores japoneses. La mayoría de las obras tienen nulo valor literario, pero cuando tenemos una gran masa de creación siempre aparecen nombres que destacan por encima de los demás, de ahí que la literatura japonesa cuente con varios premios Nobel en su haber.

Algunas publicaciones de literatura japonesa contemporánea. (Fotografía: web de Librópatas)

Si ampliamos el término literatura para abarcar al cómic, el conocido manga, también el panorama es muy peculiar. Estamos hablando del mayor mercado de cómic del mundo con muchísima diferencia. Las obras de más éxito venden millones de ejemplares y los autores de estos best-sellers increíbles se convierten en multimillonarios. El manga es un fenómeno único en el mundo, se calcula que cada mes pueden aparecer unos 1000 libros nuevos de manga en el mercado. Como he dicho antes, el hecho de que haya tantísima producción implica que la mayoría de lo que se publica es pura morralla sin ningún valor, pero permite que entre toda esta masa vayan surgiendo auténticas obras maestras. En Europa, el mercado del manga es mucho más reducido. Se publican muchas series, las de más éxito, pero obviamente las cifras de ventas empalidecen al lado de las japonesas y no son nombres, salvo excepciones como Dragon Ball o Doraemon, que conozca todo el mundo.

- Para Marc Bernabé, ¿qué títulos son imprescindibles en la biblioteca de un aficionado al manga?

Hm, es una pregunta muy complicada. Yo sin duda elegiría “Dragon Ball” por todo lo que ha representado para la apertura del manga a todo el mundo y porque, claro está, es una grandísima obra de aventuras y acción. Luego pondría algún clásico del gran autor que hizo que el manga fuera lo que es ahora: Osamu Tezuka. Tal vez de este autor destacaría “Fénix” por la enorme calidad literaria que tiene. También pondría alguna obra de uno de mis autores favoritos, que es Naoki Urasawa, tal vez “Monster”. Desde luego, también “Akira” de Katsuhiro Ōtomo por lo que ha significado también para la repercusión del manga en el mundo. Seguiría poniendo títulos y me dejaría muchos, así que prefiero dejarlo aquí.

Ilustración de portada repintada de Dragon Ball. (Fotografía: wikidragonball)

- Como traductor ha traducido series como Naruto, Shin Chan, Dragon Ball o Death Note. ¿Cuál considera su mejor trabajo?

No sé si “mejor” trabajo sería la forma de definirlo, pero las obras que más reto me han supuesto por su dificultad de traducción serían “Ikkyū” y “Oishinbo”. Ikkyū es una maravillosa obra que narra la vida de un monje zen en el siglo XIII. Su dificultad radica en el gran trabajo de documentación sobre zen, historia, teatro noh, etcétera que tuve que realizar. Fue complicado enfrentarme a esta traducción, pero me quedó un buenísimo sabor de boca. Oishinbo es una obra sobre gastronomía japonesa, que incorpora muchos aspectos de la forma de ser de los japoneses. De nuevo, toda la tarea de documentación y terminología fue muy laboriosa y estoy muy satisfecho y orgulloso de esta traducción también. A lo largo de 17 años de carrera he traducido muchísimas series, algunas más sencillas y otras más complicadas. Llega un punto en el que puedes traducir más o menos por “inercia”, sin tener que pensar demasiado en cómo traducir tal frase o tal palabra, casi de corrido. Así, cuando me encuentro una obra que me supone un reto que me permita salir de esta “rutina” y dar el 200% es cuando más me motivo y cuando más me enorgullezco del resultado final.

- Además de su labor inconmensurable como traductor también promueve el consumo de manga a través de Mangaland.es …

Sí, es un proyecto que tengo muy parado por razones de paternidad, ya que cuando eres padre el tiempo que tienes para leer y reseñar obras se reduce drásticamente. Pero es algo que me gusta y no quiero dejar, así que de momento lo tengo parado pero en cuanto pueda lo retomaré. Me gusta mucho leer en general y leer manga en particular, a pesar de que en mi día a día me paso casi ocho horas al día traduciendo manga. Siempre hay obras que me llaman la atención y quiero leerlas y, aunque no con la misma intensidad que antes, sí procuro leer tanto como puedo. Mangaland es un blog en el que comento estas series que leo, bajo la premisa de que deben ser mangas que no han sido licenciados (que se sepa) todavía en España. Así ofrezco una visión diferente del mundo del manga, una ventana abierta a obras que o bien no han llegado todavía (aunque a lo largo de los años han sido muchas las obras que he reseñado que se han terminado publicando en España) o bien nunca llegarán porque el mercado del manga es tan absurdamente amplio que hay obras de todo tipo, y algunas funcionan muy bien en Japón pero son inviables aquí.

- Para terminar. ¿Tiene algún trabajo de traducción en marcha del que nos puede adelantar algo y algún consejo para aquellos que quieran aprender japonés?

Sobre trabajos de traducción, lo cierto es que llevo muchos a la vez y la mayoría son muy poco conocidos como para resultar especialmente destacables si no es hacia un tipo de público muy concreto y especializado. Eso sí, acaba de entrar uno que personalmente me hace una ilusión terrible y que es un sueño hecho realidad como traductor de manga, comparable a otros hitos de mi carrera como haber traducido “Dragon Ball”, “Nausicaä” o muchas obras de Tezuka o de Urasawa. Sin embargo, aún no tengo permiso para revelar de qué obra se trata. Sobre consejos, solo puedo decir que, aunque el japonés es un idioma ciertamente complicado de aprender, vale mucho la pena. Yo he podido realizarme como persona adulta, y como profesional, de una forma extremadamente plena gracias al hecho de haber descubierto Japón y su idioma. Lo debo todo a este país y me siento profundamente agradecido por todo lo que me ha aportado y me sigue aportando (como se puede comprobar siguiéndome en redes sociales, sin ir más lejos). Así pues, mi consejo es que, si te gusta el japonés, no te rindas. Persevera y sigue adelante. Busca motivación donde sea pero no te rindas.

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