Reseña: Edgar Borges, La niña del salto
Título: La niña del salto Autor: Edgar Borges Editorial: Ediciones Carena ISBN: 978-84-16-84387-9 Nº de Páginas: 231 págs.
Sinopsis:
Un pueblo gris y antiguo; un bosque; una niña que salta en lugar de andar; una mujer con sueños rotos que es presa de sus propias rutinas; un hombre saturado de ira que año tras año organiza un torneo de póker para sentir y dejar sentir su poder sobre los demás; un César Aira impostor; tres simuladores de oficio que se enfundan en la piel de tres promotores de poesía; dos fechas trágicas, un romance inusual, abundante misterio…
Son estos algunos de los elementos que Edgar Borges propone y a la vez mueve hábilmente, como fichas de ajedrez, para componer una novela extraña, sugerente, cargada de tensiones y posibilidades.
La historia que nos cuenta La niña del salto es una especie de poema épico que se desarrolla en la villa asturiana de Santa Eulalia de Cabranes —o Santolaya, como oficialmente se la conoce en asturiano—, ¿pero realmente es allí donde acontecen los hechos o se trata quizá de un lugar distinto aunque parecido en un universo paralelo? ¿O acaso lo narrado no es más que la ebullición de uno de los tantos universos que pueden coexistir en la cabeza de un ser humano?
Todo es posible en la nueva novela de este autor (con un singular y muy atractivo imaginario) que estamos seguros no decepcionará a sus lectores habituales ni, desde luego, a aquellos que se atrevan a adentrarse por vez primera en su universo literario.
Edgar Borges vuelve con una novela que produce de todo menos indiferencia. La niña del salto (Carena, 2018) es un perfecto ejemplo de como el imaginario del autor de Caracas, siempre tan complejo como literariamente rico, trasciende a cualquier temática para erigirse como una pieza fundamental de la narrativa hispanoamericana reciente.
Esta "novela" es una pieza con aroma a otros tiempos. Edgar Borges teje en ella un producto literaria y artísticamente multidisciplinar en la que se integran elementos diversos pero que aportan una riqueza destacable al producto final. Lo interesante de este libro es que se juega con una especie de realismo mágico contemporáneo que no ignora los elementos mass media y que consigue ser actual sin eliminar sus deudas con el pasado.
Borges nos introduce a un personaje femenino que contacta con su entorno siempre de manera violenta y en el que su sensibilidad es el punto de contacto del lector con los ambientes que se describen. En ellos podemos sentir el viento, los sonidos y las costumbres sociales de este pequeño pueblo asturiano.
Antes, de adolescente, cuando andaba por las calles del pueblo, acostumbraba a bajar hasta los jardines de la iglesia. Lo hacía en horas distintas a la misa, quizá para que las rezanderas no la persuadieran de pisar el confesionario. Optaba por cruzar a la izquierda para transitar entre los árboles frutales. Más de una vez fantaseó con que a su paso los árboles le susurraban no ser clasificados. Nada de manzanos, nada de naranjos, nada de limoneros. Los árboles sólo eran una parte sustraída del gran bosque, una mala réplica convertida en un espectáculo utilitario. Una porción de la enorme fragancia. Ella, ante aquellos reclamos, abría los brazos y pasaba horas en un mismo punto, serena, perfumada, inquebrantable, mitológica, sembrada en la tierra. Quieta, silenciosa. (páx. 45)
La complejidad de la novela reside en la comprensión de que la historia puede ser propia de este mundo o que este "salto" también se pueda comprender en un grado simbólico optando por una perspectiva trascendental, que al igual que el tiempo de la narración, es dinámica. Esta dificultad voluntaria también produce en un lector no acostumbrado a este tipo de narración una relación de amor-odio. No ayuda tampoco toda la literatura intrínseca e innata en este libro ni la posibilidad de adjuntarla a un género literario concreto.
Personalmente, salvando todos estos escollos, es una novela que no considero apta para los lectores pero sí para aquellos que gusten de deleitarse con una obra de gigante, donde todo está colocado con inteligencia y gusto. Un macabrismo intelectual al servicio de un lector sediento de literatura.