Edgar Borges: "No pretendo narrar ningún absoluto, la narrativa de lo absoluto es cualquier cos
Edgar Borges (1966) nació en Caracas, Venezuela, y desde el año 2007 reside en España. Su obra, marcada por una original y profunda reelaboración de la realidad, ha sido galardonada con varios premios internacionales y elogiada por escritores como el premio Nobel Peter Handke y Enrique Vila-Matas. En su largo y reconocido recorrido como escritor ha publicado numerosas novelas, muchas de las cuales han sido traducidas a diferentes idiomas. Entre ellas destacan ¿Quién mató a mi madre?, La contemplación, Crónicas de bar y El hombre no mediático que leía a Peter Handke.
Fotografías: Cedida por el autor
Texto: Biografía en Altamarea ediciones
- ¿Cómo surge Enjambres (Altamarea, 2020)?
La novela surge de la idea de que la sociedad humana se está fragmentando en tantos grupos como opiniones. Pero también de pensar que el individuo cada vez soporta menos al otro. El ver o escuchar discusiones a diario me hizo pensar que la sociedad se está desintegrando para darle paso a la conformación de numerosos enjambres. Las redes sociales son un espejo de que hoy existe un enjambre alrededor de cada opinión, de cada certeza. Cada pequeño grupo alimenta su visión del mundo a partir de su propio ruido. Salir a la calle y percibir que la convivencia se encuentra seriamente amenazada, me hizo pensar en una novela donde aconteciera “una guerra mundial entre vecinos”.
- ¿Cómo valoraría el proceso creativo de esta novela?
De esta historia escribí tres versiones y me quedé con la última. Es una novela que tiene varios niveles de lectura; está creada para que el lector se haga sus propias preguntas. En el curso de las situaciones, evito decir el por qué de esta guerra. Muy dentro del caos global, narro la historia particular de cinco jóvenes que, mandados por sus padres, se refugian en una casa ubicada en un bosque. Los personajes de mi novela no huyen de la peste, como en El Decamerón, huyen de la guerra del todos contra todos.
En el desarrollo de Enjambres lo general y lo individual podrían intercambiarse hasta el extremo de convertirse en apreciaciones del lector. No pretendo narrar ningún absoluto, la narrativa de lo absoluto es cualquier cosa menos literatura.
- Es su primer libro publicado con Altamarea Ediciones. ¿Cómo valora el proceso de publicación de este libro?
A Altamarea llegué gracias a un libro de Pasolini que sus editores me enviaron; es decir, de alguna manera, Pasolini me presentó a Alfonso y Giuseppe, los editores. Luego conocí a Sara, diseñadora y tercer cerebro de la propuesta. Me satisface formar parte del catálogo de un sello decidido a ser algo distinto al ruido de historias que hoy se publican. Pero si algo me gusta es que los editores de Altamarea hacen libros a partir de una visión que tienen del mundo, y eso se refleja en el contenido y el diseño de sus libros.
- Unos jóvenes que se refugian en una casa, delirio colectivo, miedo masivo… Sin duda parece que su novela está escrita para estos complicados días que vivimos.
Escribí Enjambres entre 2018 y 2019; pero pudiera haber sido escrita en 1989 o en 2034. Creo que atravesamos un ciclo global que se debate entre por donde nos quieren llevar y por donde sentimos que debemos ir. El debate entre el miedo y la vida; la jaula y la calle; lo aprendido y lo sensitivo; una parcela y el mundo.
También es cierto que la novela tiene mucho que ver con la niñez, que es un tema que me interesa mucho, es el tema. En la casa del bosque los cinco jóvenes quedan suspendidos entre dos direcciones: la infancia y la vida adulta. Tres columpios donde jugaban de niños activarán deseos y contradicciones. María José es el personaje en cuya percepción de las situaciones se sostienen los distintos niveles de escritura de la novela. Está su mirada, su observación y un cuaderno de apuntes.
- Los insectos como transmisores de enfermedades y grandes plagas no son, teóricamente, un elemento innovador. ¿Qué se esconde bajo estos insectos de Edgar Borges?
Te pudiera decir que en la novela el zumbido de los insectos es la opinión que tomó forma y se les escapó a los individuos, pero no lo sé. Los insectos pudieran ser tantas cosas: el llamado del niño que dejamos; la fantasía que no cumplimos o simplemente un delirio.
- En sus libros siempre tengo la sensación de que la relación del individuo con su espacio es un hecho palpable. En este texto todo está construido de forma que genera una sensación de agobio al lector y a los propios personajes…
Esta es una novela de vínculos rotos; aquí el personaje ha perdido su relación con el espacio, con los otros, consigo mismo. No hay refugio posible para quien huye de sí mismo.
- ¿Considera que nuestra sociedad actual vive un proceso continuo de autodestrucción?
No termino de saber si ese “proceso continuo de autodestrucción” es inducido o natural. Cierto grado de esperanza me lleva a creer que el sistema nos educa para el sometimiento y esto lleva a la auto destrucción. Como si el adoctrinamiento de nuestras capacidades nos hiciera ir contra nosotros mismos; a falta de potenciar lo que realmente somos terminamos convertidos en asesinos de una pesadilla impuesta.
- Este no es su primer libro. De todas sus publicaciones precedentes, ¿Cuál cree que es su texto más ambicioso?
Eso no debo decirlo yo, en todo caso espero que mi texto más ambicioso sea el próximo.
- Para terminar. ¿Tiene algún proyecto en marcha o finalizado del que nos pueda adelantar algo?
Tengo una novela en marcha, pero hoy en día vale la pena ser discreto, caminar con cuidado por los bordes de las miles de historias que se publican cada mes. Promulgar literatura realista es el dogma de una industria interesada en limitar el conocimiento de los individuos. Cada vez me gusta menos la dinámica actual de inundar el mundo de libros que copian la realidad y realidades sociales que copian la ficción. Cada vez valoro más el silencio; la sintonía con aquello que carece de trama.