Julia Laberinto: "No existe una definición que pueda encerrar el lenguaje de la locura"
Julia Laberinto nació en Madrid un día de tormenta de 1996. Es estudiante de medicina en la Universidad de Alcalá y resultó finalista de la Lanzadera de artistas jóvenes de poesía en 2017. Coordina, junto con el resto del grupo, el colectivo Infrageneración del 17, encargado de la promoción y difusión de poesía emergente y escrita por jóvenes.
En 2018 comienza a trabajar en Extraños, un proyecto artístico multidisciplinar sobre la enfermedad mental. Este se construye en torno a la poesía y la expresión lingüística de la locura y cuenta con cuatro elementos principales: la obra escrita, los recursos audiovisuales -como el videoclip-, la música y el espectáculo en directo. Este proyecto tiene un doble sentido; por un lado, completar el significado del poemario con una propuesta estética y visual y, por otro, la concienciación sobre la patología mental y la lucha contra el estigma social.
Algunos de sus poemas se pueden encontrar en la plataforma literaria Liberoamérica, en la antología 52 semanas de Entropía Ediciones y en la revista Guacamayo de la editorial Ojos de Sol. También ha colaborado con el proyecto Poesía o Barbarie del colectivo Másquepalabras.
Texto: web de la autora
Fotografías: cedidas por la autora
- ¿Cómo nace Extraños (Entropía Ediciones, 2019)?
A principios de ese año me invitaron a participar en un evento del proyecto Poesía o Barbarie en el Teatro del Barrio de Madrid. Naza, el editor de Entropía estaba entre el público y cuando terminó el evento me preguntó si tenía algo para publicar. En ese momento le tuve que decir que no. Por aquel entonces, yo estaba empezando a trabajar en un proyecto que reuniera poesía y enfermedad mental y durante los meses siguientes me dediqué a leer todo lo que encontraba relacionado con el tema y a escribir sobre los pacientes que conocía en el hospital, sobre su lenguaje y las imágenes de las que hablaban. A comienzos del verano tuve un primer borrador que mandé a la editorial y en el que empezamos a trabajar inmediatamente para darle la forma que tiene hoy.
- En Extraños las enfermedades mentales son materia poética. Como estudiante de medicina e interesada en la psiquiatría conoce usted bastante bien los síntomas. La pregunta es, ¿cómo se enfrenta una a convertir problemas en poemas?
Creo que conocer los síntomas no es suficiente para comprender qué significa exactamente sufrir una enfermedad mental. Creo que otro tipo de lenguaje es necesario para hablar de esa experiencia. Los términos médicos, los criterios y las clasificaciones no sirven, en muchas ocasiones, para describir una vivencia que escapa de las formas más insospechadas a nuestros intentos por racionalizarla. La frustración para comunicar esta experiencia a otros es un problema íntimamente ligado a la estigmatización, la soledad y el aislamiento en el mundo de la salud mental y es en ese intento por conectar – a veces desesperado- donde yo creo que juegan un papel la literatura y el arte.
- Comentando estos temas no puedo evitar pensar en la poesía de Sylvia Plath…
Sylvia Plath es, sin lugar a dudas, una de las escritoras que más me han inspirado para este proyecto. En general, estoy muy interesada en el trabajo de autores y autoras que sufrieron algún tipo de enfermedad mental y escribieron sobre ello. En este sentido, creo que debo mencionar a Artaud, Kubin, Pizarnik, Hölderlin, William Styron… Evidentemente, el manejo del lenguaje que tenían estos poetas nos permite un acercamiento a la experiencia humana de la enfermedad como lectores, algo que pocos textos científicos pueden aportarnos. Sin embargo, he de decir que esta es solo la perspectiva desde la que yo miro la obra de estos autores. No obstante, su trabajo tiene un inmenso valor literario no debido a, sino a pesar de la enfermedad. Una de mis grandes obsesiones es la de no romantizar estos trastornos, hablamos de problemas complejos y, en ocasiones, dramáticos para los pacientes y sus familias. Siempre nos enfrentamos al riesgo de que la interpretación sea insuficiente.
- En tus redes sociales incides en que escribes en el “lenguaje de la locura”. ¿Cómo definirías este lenguaje?
No existe una definición que pueda encerrar el lenguaje de la locura. En estos momentos estoy elaborando un trabajo sobre las narrativas de la depresión, sobre la expresión escrita de los pacientes que sufren la enfermedad. Estoy aprendiendo que no existe un código común, resulta compleja la generalización para referirse a una experiencia íntima, individual, tan sumamente ligada al contexto vital de cada persona. Se podría decir que la enfermedad adquiere una forma diferente en función de quién la padezca, a pesar de que existan una serie de criterios diagnósticos establecidos y más o menos comunes. El lenguaje de la locura es una contradicción. Existen múltiples lenguajes para referirnos a lo que se ha clasificado como un mismo tipo de locura. Tampoco la locura es un término adecuado. Tradicionalmente se ha empleado para segregar y diferenciar a los pacientes, contribuye al miedo, al sentimiento de otredad. Sin embargo, eso es lo bello del lenguaje, que podemos apropiarnos de él.
- Al trabajar con elementos transmedia tu proyecto se puede consumir de muchísimas formas. ¿Tienes alguna predilecta?
El vídeo sería, probablemente, el medio más completo ya que recoge los textos, la interpretación, los materiales audiovisuales y la música. El proyecto está pensado para que sus partes sean complementarias y se apoyen entre sí con el objetivo de lograr profundidad y un mayor alcance, no obstante, los poemas constituyen la base de toda la obra y el resto de materiales no se pueden comprender sin ellos.
- Con respecto a este punto no puedo olvidar mencionar que hay también un videoclip musical, Voces. ¿Cómo valoras la experiencia de grabar este videoclip?
La verdad es que me considero una persona bastante creativa y desde siempre me ha gustado probar a expresarme a través de diferentes medios. La literatura ha acabado siendo un motor más fuerte en este sentido, pero a la hora de construir el proyecto no quería renunciar al medio audiovisual. Creo que es una manera de repensar la idea de poemario y adaptar los contenidos a las nuevas formas de consumir el arte. Tengo la suerte de estar rodeada de amigos con mucho talento: Noelia Pellejero se encargó de la dirección del videoclip, DLLAVEGAZ compuso la música y Claudia Maga -mi hermana- se encargó de crear la coreografía para el vídeo y el espectáculo en directo. Todo el proceso de grabación y montaje nos llevó meses, lo cierto es que es un ejercicio enorme de preparación, disciplina y coordinación. Sin embargo, no podría estar más satisfecha con el resultado y espero que poder empezar a trabajar en los otros dos vídeos pronto.
- Para terminar. ¿Tienes algún proyecto en marcha o finalizado del que nos quieras adelantar algo?
Ahora mismo estoy fascinada por todo lo que estoy aprendiendo en relación a las narrativas sobre la enfermedad mental y quiero seguir explorando ese campo. Tengo un proyecto en mente para integrar estas perspectivas y hacerlo de manera participativa, a través de las aportaciones de otras personas, como medio para comunicar, conectar y luchar contra la soledad. ¡Pronto tendréis más noticias de este nuevo proyecto!