Lola Nieto: "Quería ver de qué modo al sobreestimular el sonido, al generar sencillamente ruido
Lola Nieto (Barcelona, 1985). Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de Barcelona. Trabaja como profesora de lengua y literatura en un instituto de secundaria.
Coordina, con Antonio F. Rodríguez y Laia López Manrique, la Revista Kokoro (www.revistakokoro.com) y la editorial Kokoro Libros. Ha publicado Alambres (Kriller71, 2014), Tuscumbia (Harpo libros, 2016), Vozánica (Harpo libros, 2018) y la plaquette Ctenóphoras (Ejemplar Único, 2019).
Texto: www.vociferio.es
Fotografía: Esther Muntañola (cedida por la autora)
- Para comenzar con una idea fuerte. ¿Qué significa para usted la poesía?
A veces pienso que no me gusta la poesía. Que cada vez me gusta menos eso que nos dicen que es poesía y viene envuelto en versos y cartón de libro. Descubro, en otros lugares, el cine por ejemplo –en cierto cine, el de las películas de Lav Diaz, Naoko Ogigami, Apichatpong Weerasethakul, Bi Gan, Hu Bo o Zhu Xin– algo poderosamente vibrante, ecléctico y arriesgado. El cine es ritmo y la poesía es ritmo. A veces me interesa más la danza que el cine otorga a los cuerpos y a los espacios que el que las palabras les conceden. Creo, y cada vez lo creo más, que algunos cineastas orientales están abriendo un cauce de filmación que acaso sea, al menos para mí, la poesía del siglo XXI.
- ¿Cuáles fueron sus primeras lecturas poéticas y qué autores le influyeron?
Lo primero que leí fue lo que me contaron. Fui lectora de oídas durante mucho tiempo porque prefería escuchar cuentos a leerlos. Era emocionante atender a las transformaciones de la voz de mi padre encarnando personajes distintos. Cada noche, a través del oído, se abrían universos. Es algo que lamentablemente se pierde con la infancia, pero a mí me encantaría que me siguieran contando cuentos porque el poder imaginativo que despierta la voz no se suple con la lectura. La lectura ofrece otros caminos, distintos, seguramente más intelectuales y menos tangibles. Sin embargo, la voz, el tumulto de voces que una voz pronuncia cuando narra una historia, es algo matérico, el oído las palpa. A veces, según con qué sonidos, siento que un pequeño hueso del canal auditivo vibra. Me sucede desde hace mucho tiempo. Mi cuerpo se mueve cuando oye. Y nunca pasa esto si leo.
Me convertí en lectora de poesía tarde, casi cuando llegué a la universidad. En ese momento, descubrí la escritura de Chantal Maillard y fue un vuelco para mí. Luego, más adelante, leí a Olvido García Valdés, Emily Dickinson, Antonin Artaud, Taneda Santôka, Issa Kobayashi, y hace pocos años descubrí a Chus Pato, una escritura deslumbrante y anticipatoria.
- Si tuviese que definir su propia poética, ¿cuáles serían los elementos imprescindibles?
Un poema de Shitou Xiqian, autor chino del s. VIII, termina así:
A ti que buscas adentrarte en el misterio, te exhorto:
no pases tus días y tus noches en vano.
En otro poema de autoría desconocida, compuesto entre los s. VI y VIII, alguien escribió:
Si se deja de hablar y de pensar,
no hay nada que no pueda ser comprendido.
Supongo –o me gustaría suponer– que cuando escribo estos cuatro versos se ponen a latir. La mente humana está limitada por sus mecanismos: aprendemos sólo aquello que podemos percibir y tal como lo podemos percibir. Somos incapaces de saber si el mundo es así, si hay mundo, si hay algo más allá de nuestras percepciones. Y está bien. En realidad, ni está bien ni está mal. Simplemente sucede así. ¿Qué es entonces el misterio? Precisamente esto, saber esto. Saber que nunca sabré si sé lo que hay, si hay un hay. Si mi mente está limitada por su percepción, ¿qué hay fuera de mi mente? ¿Hay algo? ¿Cómo percibe el mundo una hormiga, un hierbajo, un delfín, una roca que está cayendo por la ladera de una montaña justo ahora? Nunca lo sabré, pero acaso pueda desactivar los mecanismos lógicos del aprendizaje para intentar que mi cuerpo alcance otra ondulación, otro modo de estar y comunicar.
EPF Video Poem #3 - Lola Nieto (Fuente: Youtube)
Eso es, para mí, escribir adentrándome en el misterio. Tiene sus contradicciones, porque implica volcar a un código lingüístico y, por tanto, lógico, un pulso que justo pretende escapar a esto. Estas contradicciones hacen que las palabras, en un poema, se estrujen y mastiquen, se rasguen y pulvericen; luego les damos de comer arroz y cobran un nuevo cuerpo, que como todo alimento será devorado otra vez. Esta transformación del cuerpo de las palabras es lo más parecido a dejar de hablar y de pensar. No callo pero hago de las letras pequeños monstruos: al perder su forma pierden su sentido. No comprendo pero lo intento. Aunque a veces no lo intento y entonces es más fácil.
- ¿Cuál es el germen de Alambres (Kriller71, 2014)?
Un juego y un pacto. El de escribir un poemario, o algo que se le pareciera. El trato era que dos personas escribían un libro, cada cual uno, y al acabar se intercambiarían lo escrito y lo leerían a la vez. Yo era una de esas personas y así surgió Alambres. En cuanto a lo que motivó la escritura fue la voluntad de traducir a poema algunos escenarios que había filmado con seres fabricados por mí misma y con alambres; de ahí el título del libro y también que las dos partes se llamen “guión”: cada una funciona como contrapartida escrita de un sucesión de imágenes. Además, cada sección quiere ser un espejo de la otra. Algo así como contar la misma historia pero desde dos ángulos lingüísticos distintos: la primera desde un lenguaje poético y la segunda desde uno narrativo. Decir dos veces una historia –porque nada es de una forma– que en mi mente era un torbellino de secuencias.
- También ha publicado Tuscumbia (Harpo, 2016), un libro que ha recibido unas críticas muy positivas por parte de la crítica. ¿Imaginaba unas opiniones tan positivas sobre el texto?
Normalmente, cuando alguien escribe una crítica literaria es porque quiere poner en valor el texto y no en demérito. Así que supongo que las valoraciones negativas se quedaron en las mentes de los lectores. Agradezco en todo caso las opiniones positivas pero también agradezco las contrarias. Es normal que a alguien le interese y que a alguien no le interese. ¿Cómo iba a ser de otro modo? Con todo, se suele obtener más reflexión y acicate de las palabras que cuestionan y polemizan.
- Su último libro hasta la fecha es Vozánica (Harpo, 2018) en el que podemos decir que se explora la realidad a través de significantes sonoros. Para eso es necesario deconstruir el poema o incluso los significantes socialmente aceptados. ¿Cómo es trabajar con piezas tan pequeñas para construir un producto artístico?
Cuando empecé a escribir Vozánica el reto que me impuse a mí misma fue llevar la escritura a un exceso. Quería ver de qué modo al sobreestimular el sonido, al generar sencillamente ruido semántico, podía surgir un nuevo significado. De ahí que las palabras se contorsionen siguiendo un ritmo a veces desquiciado, otras operístico y ritual, pero siempre exagerado, un gesto lingüístico dramático con maquillaje de mueca, una risa, un soplo saltimbanqui. Cuando se incita y se provoca de este modo a las palabras, el cauce en el que estas aparecen también se resiente. Por eso la página puede convertirse en un tablero de juego, un cúmulo de columnas o incluso incluir enlaces que llevan el texto fuera del papel, señalando un espacio ajeno al libro donde los poemas tienen otra vida: en cuerpo de voz, en forma de vídeo, etc.
Vozánica, Lola Nieto, en Aleatorio, Madrid (Fuente: Youtube)
- Recientemente también ha publicado una plaquette, Ctenóphoras (2019), un formato que está gozando de gran popularidad y aceptación. ¿Por qué crees que este formato funciona tan bien entre los lectores?
No tengo mucha idea de cómo funciona este formato entre los/as lectores/as, debo reconocer mi desconocimiento en este aspecto. Personalmente, no leo muchas plaquette; prefiero los libros donde tengo más espacio y tiempo para degustar la propuesta. Soy clásica en esto. Pero ya que tú me dices que esta modalidad de publicación tiene éxito me voy a atrever a dar una interpretación. Supongo que en parte la plaquette cumple con una exigencia cada vez más imperante en nuestras vidas: la ausencia de tiempo o la difusión atencional del tiempo. Una plaquette se lee rápido, requiere poca incursión mental. Quizás en una era en la que nuestra atención está modificándose para convertirse en una especie de lanzadora de flashes (sólo captamos lo que en el instante de luz da tiempo a vislumbrar) la plaquette puede digerirse bien. También habría otra explicación, y esta me gusta más. Publicar una plaquette es más barato que un libro y, por tanto, es un modo de dar a conocer un trabajo sin la necesidad de contar con muchos recursos. Este otro sentido, ligado a la difusión de la poesía desde contextos más vulnerables pero a la vez más libres, me parece un camino muy interesante en cuanto a la potencia creativa que puede ofrecer y la escapatoria de la escritura a convertirse en un producto de mercado.
- ¿Cómo valora hasta ahora la situación de la revista Kokoro y el futuro del proyecto?
Esta pregunta debería contestarla junto a las dos personas, Antonio Rodríguez y Laia López Manrique, que conmigo coordinan la revista y la pequeña editorial hermanada: Kokoro libros. Pero como ellos no están y no me ven, diré que para mí Kokoro es un lugar de conocimiento y de libertad. Empezamos esta aventura hace casi 8 años y ha significado la posibilidad de conocer propuestas poéticas, visuales y sonoras que han ampliado mi sentido de la creación. Además de generar un espacio para la experimentación desde un ángulo de riesgo e indagación, Kokoro es una guarida, un abrevadero al que las colaboradoras acudimos para tejer comunidad. No tenemos muchas pretensiones. Tan sólo hacer lo que nos apetezca y eso, en realidad, es mucho. Kokoro carece de subvención económica y aunque esto es un impedimento a veces también nos permite el placer de lo inútil: quien colabora en Kokoro lo hace para nada, sin voluntad de generar ningún valor monetario. Si se puede, hacer algo que escapa al mercado es el mayor gesto político de libertad y cura.
- Si tuviese que recomendar algunos poemarios para esta época de inestabilidad que vivimos, ¿cuáles serían?
Recomendaría El canto al corazón de la confianza, un poema chino anónimo, y los Sueños y ensoñaciones de una dama de Heian, de Sarashina Shikibu. El segundo no es un poemario y, en realidad, el primero tampoco. Ambos, sin embargo, alcanzan un lenguaje poético deslumbrante. Escritos hace más de mil años, me parece que al leerlos una voz los susurra muy cerca.
- Para terminar. ¿Tiene algún proyecto en marcha o finalizado del que pueda adelantarnos algo?
Siempre hay simientes. Pero por ahora mi proyecto más hermoso es seguir conociendo Japón, su cultura y los rostros de sus gentes. Pasar horas en la calma de un santuario shinto en mitad del bosque.
Lola Nieto - European Poetry Festival : Back into the Mouth (Fuente: Youtube)