top of page

Carlos Clavería Laguarda: "La poesía sigue siendo un género literario; la novela será el editorial"


Exlibrero y sempiterno bibliófilo, Carlos Clavería Laguarda (Caspe, 1963) ha dedicado su vida al estudio y al comercio del libro antiguo. Fruto de esta vocación son algunas publicaciones en las que ha investigado casi todas las facetas de la producción libresca, desde la encuadernación (Reconocimiento y descripción de encuadernaciones, 2006) hasta la recepción (Humanismo e imprenta incunable, 2009), profundizando en cómo se coleccionaban (Contra la bibliofilia, 2015), cómo se compraban (¡Cuánto cuesta leer!, 2017), cómo se componían (Los correctores: tipos duros en imprentas antiguas, 2019) y cómo se almacenaban (Libros, bibliotecas y patrimonios, 2019) los libros antes de la llegada de la industria cultural de masas. Entre sus obras cabe destacar una detallada biografía de Erasmo de Rotterdam (Erasmo, hombre de mundo, Cátedra, 2018) y traducciones de autores de la talla de Pavese, Gramsci, Machiavelli y Berto. Unos días vive en la periferia rural de Bolonia, otros los vive en Caspe.


Texto: Altamarea

Fotografías: Cedidas por el autor

 

- Comencemos con una idea potente. ¿Qué significa para usted la literatura?


La literatura es lo que le sucede a la cabeza cuando uno abre un libro. Puede ser algo bueno o algo malo, y normalmente tiene relación con lo que cuenta el libro y con cómo está escrito. Sin embargo, hay libros escritos pésimamente (y esto se puede medir de manera científica si se cuenta el número de solecismos preposicionales, anacolutos, idiotismos, tramas ridículas, personajes inútiles, barbarismos, verbos a la remanguillé) que me han provocado grandes experiencias literarias. Otras veces, la literatura es lo que le sucede a la cabeza del autor cuando escribe un libro. En estos tiempos, las más de las veces es algo que el editor se obstina en vendernos a través de las cuartas de cubierta con expresiones como «esta novela es la piedra angular que cambiará el curso de la literatura universal». En cualquier caso, creo que la literatura tiene que ver más con la poesía que con la prosa, quizá por una cuestión de solera, pues como escribió aquel cómico italiano «Desde los tiempos de Homero, todo se ha perfeccionado, excepto la poesía», y esta es idea que corroboró de manera telúrica un gran escritor en gallego: «Un poeta é un país | que denantes foi orballo». Es decir, la poesía sigue siendo un género literario; por el contrario, la novela va camino de ser, ante todo, un género editorial.


- ¿Cuál es el germen de Un millón de ejemplares vendidos (Altamarea, 2020)?


La idea la maduré mientras paseaba por el campo, en la periferia rural de Bolonia. El paseo campestre es lo único que me acerca a Coleridge. Todo empezó de una manera muy sencilla: me apetecía contar la reacción ante el público de un falso escritor el día que va a recoger premio, fama y dinero como consecuencia de un trabajo que no los merece. De ahí salió lo que dicen que es una crítica del mundo editorial pero que, en realidad, quería ser solo el relato entretenido de un año en la vida de un pelagatos al que le proponen escribir un libro con el sistema de la «literatura artificial».



- Usted ha trabajado a casi todos los niveles posibles en el sistema literario. ¿Cuál cree que es el trabajo más interesante?


El de corrector de textos, que posiblemente es el que peor hago. ¡No sabe usted cuánto se llega a aprender de los errores ajenos! Casi tanto como de los propios, más si uno está dispuesto a aprender y a enmendarse. Y como uno no acaba nunca de enmendarse, pues el interés no se acabe nunca.


- ¿Qué le atrajo en primera instancia de la figura de Erasmo?


La enorme contradicción que me pareció apreciar entre el hombre de letras y el hombre de mundo. Si lo prefiere, puedo decirlo más claramente: fue el hipócrita más influyente de su tiempo. Gramsci decía de él que no tenía ningún «coraje civil», que traducido a tiempos de Erasmo significa que era incapaz de tomar partido por nada que no fuera en su propio beneficio. Como intelectual estuvo a gran altura, pero no supo sobrepasar el listón que las complicaciones religiosas y políticas europeas de hacia 1520 le pusieron delante. Fue, eso sí, un pacifista sincero.


- ¿A qué no debe renunciar nunca un traductor?


A intentar que el autor que traduce se entienda bien en el idioma de llegada. Si el traductor es además capaz de imitar estilo, gracejo gramatical, pureza léxica, pues miel sobre hojuelas, o filloas (si lo prefiere). Como traductor prefiero que me entienda el lector a ser respetado por el autor, quien las más de las veces suele estar muerto. Compruébese: Maquiavelo, Erasmo, Gramsci, Pavese, Berto.


- ¿Cuál ha sido el libro más complejo que ha traducido?


El mal oscuro, de Giuseppe Berto. Casi un millón de caracteres con apenas media docena de puntos y aparte, tres docenas de comas puestas como el que pone sal en la ensalada y un torrente verbal aparentemente desbocado pero, de hecho, refrenado por márgenes impecablemente construidas e impecablemente literarias.


- ¿Cuál es el ejemplar más valioso que ha pasado por sus manos?


La edición griega de las Obras completas de Aristóteles. Cinco volúmenes impresos en Venecia entre 1495 y 1498 que llevaban encuadernación de la época, probablemente obra de un taller cercano al del impresor, Aldo Manuzio.


- ¿Cuál ha sido el libro que más le ha costado leer hasta el momento?


Uno que son dos: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. No hace falta que le diga lo avergonzado que me siento.


- ¿Podría recomendarnos algún título para esta época de inestabilidad que vivimos?


Estoy disfrutando mucho de dos libros que hacía tiempo que no leía, Las ilusiones del doctor Faustino de Juan Valera, que es una estupenda crítica del hombre incapaz de llevar nada a cabo y La bicicleta del panadero, de Juan Carlos Mestre, que nunca me deja indiferente y que, por eso, siempre me activa la sangre.


- Para terminar. ¿Tiene algún proyecto en marcha o finalizado del que pueda adelantar algo?


En los próximos meses, si no hay otros imponderables, Altamarea publicará dos libros en los que he participado: una nueva edición de El príncipe de Maquiavelo y un ensayo titulado Elogio de la abyección, un estudio de quince personajes de novelas famosas escritas entre 1750 y 1980.

Soy un párrafo. Haz clic aquí para agregar tu propio texto y edítame. Es muy sencillo.

  • Black Facebook Icon
  • Black Twitter Icon
  • Black Instagram Icon

Se non queres perder ningunha das novas publicacións.

Subscríbete aquí mesmo.

Redes Sociais
bottom of page