Reseña: Tatiana Ţîbuleac, El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes
Título: El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes Autora: Tatiana Ţîbuleac
Traductora: Marian Ochoa de Eribe Editorial: Impedimenta ISBN: 9788417553036 Nº de Páginas: 256 págs.
Sinopsis:
Aleksy aún recuerda el último verano que pasó con su madre. Han transcurrido muchos años desde entonces, pero, cuando su psiquiatra le recomienda revivir esa época como posible remedio al bloqueo artístico que está sufriendo como pintor, Aleksy no tarda en sumergirse en su memoria y vuelve a verse sacudido por las emociones que lo asediaron cuando llegaron a aquel pueblecito vacacional francés: el rencor, la tristeza, la rabia. ¿Cómo superar la desaparición de su hermana? ¿Cómo perdonar a la madre que lo rechazó? ¿Cómo enfrentarse a la enfermedad que la está consumiendo? Este es el relato de un verano de reconciliación, de tres meses en los que madre e hijo por fin bajan las armas, espoleados por la llegada de lo inevitable y por la necesidad de hacer las paces entre sí y consigo mismos.
Cuando comencé a leer El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, lo hice asombrado por la fuerza de sus primeras páginas. La premisa de que un niño pueda odiar a su madre de una forma tan agresiva, pero plástica, me sorprendió y generó mi interés en esta obra. Quizá esta concepción tan simplista que tenía de lo que en esta obra se cuenta generó una experiencia lectora tan emotiva que aún me genera inestabilidad.
Los ojos de mi madre fea eran los restos de una madre ajena muy guapa.
En varias entrevistas la autora ha señalado que en Rumanía hablar mal de una madre es una blasfemia. Permitidme que convierta esta idea en un concepto ético y moral generalizado. En todos los países del mundo, en especial en los que la religión ha sido (o es) parte de la construcción del estado moderno, esto es así. Sin duda, hablar de una madre de la forma que lo hace Aleksy, nuestro protagonista, sorprenderá al lector desde el primer minuto, pero resultaría una simple anécdota si en este texto no se tratase el porqué.
Los ojos de mi madre eran historias no contadas.
La relación entre madre e hijo es inestable desde el primer minuto así como es inestable también la personalidad de cada uno. En la obra las enfermedades mentales son protagonistas así como los sentimientos más extremos que puede expresar o sentir un ser humano. La obra por ello es desde el primer momento un producto orgánico, con vida propia, y que gracias al vuelo lírico que le otorga la autora resulta un torbellino para el lector.
Los recuerdos bonitos, en cambio, aunque pocos y pálidos, ocupan mucho más espacio que todos los ficheros de pus juntos, porque una sola imagen bella contiene vivencias, olores y recuerdos que duran días enteros. Estos recuerdos son mi parte más valiosa, la perla deslumbrante nacida de una ostra hueca. El brote verde de la carroña humana que soy yo.
La belleza de este libro es que la desgracia no está eternamente vinculada a la ausencia. Aleksy no nos da ninguna pena porque tiene todo lo que se considera importante en la vida, desde el punto de vista de la sociedad moderna, pero le falta una figura familiar a la que odiar o querer. Precisamente su madre, de la cual solo encontraba bellos sus ojos, se embarca en un proceso de metamorfosis influenciado por su enfermedad que la lleva a convertirse en otra mujer, a la que quizá Aleksy pueda respetar. Esto, sin embargo, nunca podrá substituir las carencias de una vida en la que las emociones no han sido correctamente desarrolladas.
Moira lo vio y me dijo que era horrible. Que no entendía como podía pintar a mi madre - a la que yo idolatraba - calva y con un ojo en lugar de corazón, por no mencionar el hecho de que el diablo - que era yo - tenía cuernos y cuerpo de caracol. Que el amor no tenía ese aspecto, que el recuerdo de alguien fallecido no tenía ese aspecto.
Este mi primer contacto con la obra de Tatiana Ţîbuleac y espero que no sea la última. Es palpable, gracias a la estupenda traducción de Marian Ochoa de Erive, el talento de la autora para recrear ambientes de una forma plástica, con trazo fino, además de la sensibilidad que tiene para generar conversaciones en las que el diálogo no es la única vía comunicativa. No es una sorpresa que este libro recibiese el Premio Literatura de la Unión Europea 2019 y fuese finalista en el Premio Librerías de Madrid 2019.