Carlos Asensio: "Arder o quemar es un libro que surge de la colisión de dos trenes emocionales"
Carlos Asensio (Mallorca, 1986). Es licenciado en Sociología y Ciencias Políticas, además de experto en feminismo y en diversidad sexual. Ha publicado el poemario Dejar de ser (2017) y su poesía también ha aparecido en el libro colectivo Y lo demás es silencio, vol. II. (2016), además de en varias revistas y publicaciones literarias como Maremágnum, Triadæ Magazine, Ariadna-RC o La i Crítica. Uno de sus versos ha sido seleccionado para la campaña Versos al paso del Ayuntamiento de Madrid. Actualmente trabaja en el mundo editorial como experto en marketing digital, comunicación y redes sociales. En 2018 ha cofundado Circo de extravíos, un proyecto editorial que aúna sociología, poesía e ilustración y que lanzará su primer título en 2019. Carlos conduce una sección de entrevistas sobre feminismo en Diario16. También escribe para medios culturales y literarios como OcultaLit, El Asombrario o Revista Poémame, además de en su propio blog (carlos-asensio.com).
Texto: Maclein y Parker
Fotografías: Cedidas por el autor
- Comencemos con una idea potente. ¿Qué significa para usted la poesía?
Es muy curioso, porque hace poco me di cuenta de que me han hecho esta pregunta en bastantes ocasiones y casi nunca he respondido igual. Es bonito ver que uno va evolucionando y madurando según lee y escribe. Una vez dije que la poesía era como buscar la belleza hasta en el lugar más oscuro, y creo que algo de eso hay. Y no hablo solo de volcar sentimientos y vivencias sobre el papel, ni de utilizar la poesía como un instrumento para curarse o sentirse mejor: hablo de utilizar la palabra para embellecer el mundo, para alumbrar hasta el rincón más oscuro, para dar voz a todo lo que no la tiene. La poesía es como una revolución o una fuerte sacudida: es como sentir que nos levantan la tapa de los sesos (Emily Dickinson), como correr a través de una casa en llamas (Anne Carson), es el misterio que tienen todas las cosas (Lorca).
- ¿Cuáles son sus libros de cabecera?
No sé si llamarles “libros de cabecera”, pero tengo siempre a mi alrededor una serie de títulos a los que vuelvo cada cierto tiempo: la poesía completa de Alejandra Pizarnik, los poemas de Emily Dickinson, Pedro Páramo, de Juan Rulfo, Las olas, de Virginia Woolf, Bodas de sangre y Poeta en Nueva York, de García Lorca, Hojas de hierba, de Whitman, La historia de Genji, de Murasaki Shikibu… Son libros que me atravesaron en diferentes etapas de mi vida y que han dejado mucha huella en mí, tanto a nivel personal como literario.
- ¿Cómo definiría su proceso creativo?
Es un tema complicado: yo siempre he dicho que no tengo un proceso creativo fijo y marcado, pero también es cierto que siempre he hecho las cosas de una forma muy parecida. Para empezar, las ideas para escribir me sobrevienen en cualquier momento del día e intento apuntarlas o grabarme hablando en el móvil. Por ejemplo: hace unos meses estuve unos días en A Coruña y cerca de la Torre de Hércules me crucé con la actriz Bárbara Lennie. Ella iba paseando y hablando con más personas y yo solo alcancé a oír seis palabras de la conversación, pero me dieron la idea para un poema. También me inspira mucho la naturaleza, la ciencia, el universo y el arte: la belleza primigenia y la belleza que crean los demás. En cuanto a procesos, escribo sobre todo por la tarde/noche, cuando suelo tener tiempo libre y puedo dedicarme tranquilamente a ello. Sobrevivir, al final, nos deja muy poco tiempo para dedicarnos a lo que nos gusta y llena y uno aprende a arreglárselas con lo que tiene. Normalmente escribo directamente en el ordenador (aunque compilando notas de móvil, audios y notas manuscritas) e intentando no mezclar géneros: cuando escribo poesía, solo escribo poesía. Y releo y corrijo mucho, mucho, mucho; cada vez más.
- ¿Cuál es el germen de Arder o quemar (Maclein y Parker, 2019)?
Arder o quemar es un libro que surge de la colisión de dos trenes emocionales que transitaban a velocidad frenética por mi vida. El primero de ellos fue publicar mi primer libro (Dejar de ser) y pasar de no conocer a nadie en el mundo literario, editorial y artístico a relacionarme con gente apasionante y moverme en círculos enormemente inspiradores y abiertos. Siempre he sido una persona bastante autodidacta, relativamente aislado del resto de artistas y escritores, por lo que conocer a otras personas que escribían, pintaban, cantaban, componían o actuaban fue una experiencia increíble e inolvidable para mí: me abrió los ojos a un universo que desconocía y que ahora transito como un segundo hogar. El segundo tren fue el clásico naufragio emocional: el incendio que provoca alguien que pasa por tu vida fugazmente, pero que arrasa con todo lo que encuentra a su paso. Las ascuas y las cenizas, las brasas que rebrotan y luego se apagan para siempre, el humo nublándote la vista durante un tiempo. Se podría decir que entrar en contacto con el mundo del arte me hizo arder, y luego alguien pasó por mi vida y me terminó de quemar.
- ¿Cuál ha sido su libro más costoso hasta el momento?
Precisamente, y por todo lo que te estaba contando antes, el libro que más me ha costado lanzar al volar ha sido Arder o quemar. Durante muchos años he tenido una sensación muy arraigada de que todo lo que escribía era como una ventana abierta a mi vida, a mis sentimientos, a mis vivencias y a mis ideas: de que la gente iba a leer mis poemas e iba a asociarlos directamente con las cosas que me pasaban, con mis problemas y mis decepciones. Y eso me aterraba. Me costó mucho recitar por primera vez en público precisamente por eso: por esa absurda sensación de que el mundo exterior está intentando adivinar qué partes de tu libro son reales o tienen inspiración biográfica. Arder o quemar me ha ayudado mucho en ese sentido: me costó horrores dar una forma definitiva al material del que está hecho el libro, pero una vez publicado solo me ha traído satisfacciones. Y ha contribuido mucho a que vea las cosas de forma diferente.
Si hablamos en términos de pura creación literaria, llevo años escribiendo un nuevo libro y me está siendo bastante costoso, pero en otro sentido: entre otras cosas porque estoy trabajando nuevas formas de escribir a las que no estoy acostumbrado (versos con métrica) y porque siento que según pasan los años cada vez soy más crítico conmigo mismo y destruyo y reescribo y reviso hasta la extenuación.
- De los poemas que ha publicado hasta este momento tanto en libros como en revistas. Si tuviese que escoger tres para una futura antología de su poesía completa. ¿Cuáles serían?
La sangre derramada (del fanzine Florecer será un crimen, 2020):
Estás aturdido por la burla del tiempo escuchas el tintineo de la clepsidra salpicas el mundo de narcisos dorados ecos de la desmemoria y el abandono.
Entonces elevas la voz y me preguntas –con furia inusitada de animal–
¿qué sobrevino antes?
¿el cuchillo de plata o la sangre derramada?
La fragua (De Arder o quemar, 2019):
No, no fue tu boca de agua la que hizo perdurar aquel momento.
Apretaste con tus sucias manos la desgarbada línea de mi garganta, sofocando todo aire y toda risa.
¡Grité estúpido con más de mil voces distintas!
Violines de ceniza estallaron sobre el cielo y una lluvia de plomo empapó hasta mi sonrisa de arlequín.
Pero tú. Tú no aflojabas la presión.
Mis lágrimas ¡estúpidas!
mi boca ¡estúpida!
mi sangre ¡tan estúpida!
No hay linaje ni dinastía que en mí no converja. No hay delirio ni vanguardia que no me arrastre al paraíso.
Tan solo una furia harta de arder y quemar.
Tú desgarrando la carne de mi cuello egipcio. Yo soñando con la seda de tus pestañas acariciando salvajemente mi boca.
Bocanadas ansiosas de vaho y de semillas.
Un complejo sistema para empaquetar adioses permanentes.
Yo muriendo entre tus manos manchadas de lapislázuli y pizarra. Tú repitiendo setecientas veces: «¡Hasta que nos enamoremos!» con tu característica voz de musgo del sur.
Yo acuchillando al destino con un puñal oxidado y arrojándolo al pozo de tus ojos.
El mundo es una fragua donde Vulcano golpea para sobrevivir.
Napoleón (De Dejar de ser, 2017):
Noche y luna formando una única taquigrafía. Taquigrafía del aire, del lamento.
Ahora es el momento de ver pasar los deseos. De otorgar vida a lo que nunca la tuvo.
¿Y qué más puedes esperar? ¿A qué vigilia recurrir?
En noches como ésta, en las que el olvido bien argumenta y el recuerdo mal se defiende, el cielo siente clamar a la incertidumbre.
Pero soy yo, no eres tú.
Soy yo, el que sonríe con boca de gato de Cheshire y relampaguea cien veces por minuto su mirada.
Soy yo, el que te toca y te mira como inhalando un embriagador perfume.
En esto no eres tú la fuerza hostil y opresora, sino la fugaz víctima; quizás perecedera, quizás inmortal.
Soy yo, en este baile del recuerdo, el que pide tu mano y recoge tu sonrisa para desplazarte por la improvisada pista, despertando envidias y recelos.
En esto ya no eres tú; nunca lo fuiste.
No fuiste tú quien hechizaste con tu afinada artillería a la ingenua caza. ¡Y ni siquiera recomendaste la tierra para aplacar el deseo!
Y entonces llegó Napoleón. Con él la rendición. Tras él, la virtual derrota.
Con ella llegó el hipotético final, uno como cualquier otro.
En el eterno girar del tiempo, en el circular movimiento del mundo conocido, aquel final no representó sino el principio de otra cosa. Porque no existe un fin único ni una sola posibilidad.
Uno siempre debe decidir entre luchar y rendirse, entre sucumbir o vencer. Pero el que piensa, el que escribe, el que aguarda, no quiere conocer el fracaso.
Porque al final sólo somos instinto mal disfrazado de razón. Animales camuflados en suaves cuerpos. Seres que respiran, aspiran y expiran.
Y yo aspiro a las estrellas.
J’aspire à l’instant précieux.
Aspiro al mar de la inconsciencia, a la desaparición del yo.
- ¿Podría recomendarnos algún título para esta época de inestabilidad que vivimos?
Me gustaría recomendar dos títulos. El primero es un libro que hemos editado en la pequeña editorial que codirijo, Circo de Extravíos: se llama Amores líquidos, es una antología de poesía ilustrada en torno al concepto del amor líquido de Zygmunt Bauman y cuenta con poemas de Ben Clark, Ángelo Néstore, Ana Pérez Cañamares, Emily Roberts, Yolanda Castaño, Hasier Larretxea, Erika Martínez, Ignacio Vleming, Verónica Aranda, David Refoyo, Rafael Saravia, Ana Gorría, Pablo Monforte, Vicente Monroy, Sara Herrera Peralta e Izaskun Gracia Quintana. Creo que el tema del amor líquido es perfecto para estos tiempos de inestabilidad, liquidez y continua mutación.
El segundo libro que me gustaría recomendaros es la poesía completa de Rosario Castellanos, publicada en el volumen Poesía no eres tú (Fondo de Cultura Económica). Rosario es una de las poetas mexicanas del siglo XX más importantes, pero aquí apenas es leída ni conocida. La descubrí hace varios años y la he redescubierto durante el confinamiento. Creo que su lectura debería ser imprescindible para toda persona a la que le guste la poesía: algunos de sus poemas son hermosos y perfectos, de esos con los que uno solo sueña poder escribir.
- Para terminar. ¿Tiene algún proyecto en marcha o finalizado del que pueda adelantar algo?
Como te adelantaba antes, estoy trabajando desde hace tiempo en un nuevo poemario. Estoy ya en fase de criba y revisión, así que espero tenerlo terminado este verano. Luego lo dejaré reposar un poco y veremos qué ocurre con él. A la vez estoy también trabajando –como editor– en una nueva antología de poesía ilustrada con Circo de Extravíos, esta vez basada en el concepto de los cuerpos que importan de Judith Butler. Hemos reunido a un plantel de poetas maravilloso y creo que puede salir algo muy bello. Finalmente, llevo diez años escribiendo una novela: como tengo poco tiempo y la narrativa exige más trabajo constante, avanzo muy poco a poco, pero espero darle un buen empujón en este 2020.