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Reseña: Lucia Osborne-Crowley, Elijo a Elena


Título: Elijo a Elena

Título original: I choose Elena

Autora: Lucia Osborne-Crowley

Traductora: Victoria Mallet

Editorial: Alpha Decay

ISBN: 9788412144253

Nº de Páginas: 144 págs.

 



Sinopsis:


A la edad de quince años, Lucia Osborne-Crowley tenía un espléndido futuro como gimnasta. Formaba parte del equipo nacional australiano, y estaba en camino de convertirse en competidora olímpica. Pero una noche, en Sídney, sufrió una brutal violación que la dejó gravemente enferma, y cuyas secuelas físicas y psicológicas arrastró durante mucho tiempo. Aunque pudo reconducir su carrera hacia el periodismo y la investigación, había una historia que nunca se atrevía a afrontar: la suya propia, la que reprimió a causa del miedo, el dolor y la vergüenza. No fue hasta una década más tarde que se decidió a hablar de lo ocurrido y empezó el camino a la recuperación.

En su primer libro, Elijo a Elena, Lucia Osborne-Crowley no solo consigue evocar aquel episodio de forma valiente y objetiva, sino que ahonda en un tema que, aunque reconocido, todavía no ha sido ampliamente tratado: el de cómo el trauma afecta al cuerpo, de cómo permea en la salud física de las personas hasta tal punto que puede derivar en enfermedades crónicas, y cómo en el proceso de superación hay que hacer frente a una amalgama de creencias y tabús profundamente arraigados en nuestra cultura. Un proceso en el que Osborne-Crowley encontró consuelo en escritoras como Elena Ferrante, que en sus libros hablan de aceptar la vulnerabilidad propia, desarrollar la indulgencia hacia uno mismo, aprender a no cargar con la culpa y fortalecerse con palabras honestas.

 

Muchos lectores y lectoras de este blog me recomendaron en varias ocasiones leer esta obra de Lucia Osborne-Crowley, así que tome la decisión de hacerlo hace unos pocos días. Me parece imposible disfrutar de esta historia por la dureza de su contenido pero el de esta autora es, sin duda, un ejercicio inteligente y necesario para dar visibilidad a todos los efectos y procesos fisiológicos procedentes de una experiencia tan brutal como una violación.


A través del relato en primera persona, la autora nos presenta todos aquellos hechos que en su día desgraciadamente tomó la decisión de ocultar o silenciar. Presenta hechos concretos ordenados de manera cronológica y glosados por ella misma, como probable resultado de las muchas veces que los ha vivido en su conciencia. A partir de ese momento las páginas se oscurecen y el libro se convierte en un cúmulo de situaciones que son bastante difíciles de sobrellevar. Creo que es imposible, aún no siendo mujer, empatizar con un ser humano en estas condiciones.

Languidecemos bajo la mirada predatoria de los hombres que nos convierten en objetos para el consumo. Bajo los focos nos volvemos tan llamativas que empezamos a pensar que solo somos esto. Bajo los focos, deseamos ser invisibles. Bajo los focos, soñamos con desaparecer.


Ahora sé que mientras estuviera atrapada en el silencio y la vergüenza, ningún médico podía ayudarme. La necesidad de guardar mi secreto era más fuerte que cualquier otra cosa. El silencio era más importante que mi cuerpo, mi salud, e incluso mi vida.


Lo más valioso de este libro, además del testimonio, son muchas de las reflexiones que en él aparecen. Los aspectos clínicos y datos contrastados que presenta también pueden ser interesantes, aunque para mí no son tan ilustradores como sus propias palabras, fruto de ideas maduradas y cambios de perspectiva durante el dificilísimo proceso que ha vivido, y lamentablemente todavía vive, esta mujer.


Desarrollé un arsenal de comportamientos destructivos que satisficieran esa parte mía que quería ser invisible pero que no pusieran en peligro mi integridad física. Me liaba con hombres que me maltrataban simplemente para demostrarme a mí misma que era indigna. Despreciaba a las personas que me trataban con amabilidad por exactamente la misma razón. Nunca se me ocurrió que yo pudiese ser la responsable de mi propia decepción.


Cuando el trauma te atrapa, ya no te dejará escapar. Y así volvemos a traumatizarnos una y otra vez, creyendo que estamos podridos porque somos el tipo de persona al que le acontecen todas las desgracias, cuando de hecho, lo que nos lleva una y otra vez hacia el volcán, es el vivo recuerdo de la primera desgracia que nos ocurrió.


En resumen, Elijo a Elena no es una obra de un grandísimo valor literario pero supone un ejercicio introspectivo realmente duro. Una obra desgarradora, sin pecar necesariamente de tremendista, en la que la autora parece terminar con todas aquellas ataduras que no la dejaban vivir. Espero que los lectores encuentren en ella el mismo consuelo o una motivación para reflexionar sobre el trauma.

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